INTELECTUALES

¿Qué ha sido de los intelectuales? ¿Dónde están sus palabras, sus miradas profundas y clarividentes? ¿Por qué se implicaron tan poco en el llamado Movimiento 15M?, preguntaba una chica a una comprometida escritora en la presentación de su último libro. Pero, ¿qué intelectuales? Hace tiempo que me di cuenta de que los intelectuales que me han enseñado a pensar a lo largo de mi vida no son solo aquellos en blanco y negro que, impresos en papel, descubrí en mi adolescencia, sino los que en la universidad me fueron preparando para afrontar mi etapa de madurez. Fue allí donde descubrí a verdaderos intelectuales, que no eran personajes públicos, pero que sí tenían muchas de las respuestas que buscamos. ¿Dónde se hallan hoy los verdaderos intelectuales?, nos preguntamos. Lo seguro es que no están en las pantallas de plasma.

Ayer, el término «intelectual» contenía ciertas características que hoy ni siquiera sugiere. Ayer, Joris Ivens, cineasta de la primera mitad del siglo XX, se plantó en España con su cámara cuando estalló la Guerra Civil Española, junto a Boris Kaufman, hermano de Dziga Vertov, y Ernest Hemingway, y de su proeza nació Tierra de España, uno de los documentos cinematográficos más importantes realizados sobre nuestra tragedia, registrado desde el interior de la misma. Ayer, Jean-Luc Godard filmó las revueltas de Mayo del 68 mientras él las vivía desde dentro. Hoy, el desarrollo de la educación, aunque en los últimos tiempos frenado por gobiernos sin escrúpulos, ha permitido la aparición de muchos más intelectuales, esta vez anónimos. Ojalá algún día podamos identificarnos otra vez con individuos capaces de remover las conciencias de miles de personas solo con un gesto, pero, de momento, busquémoslos a nuestro alrededor, mas sin renunciar jamás a los mejores del siglo XX.

Una de las grandes virtudes del 15M fue, como diría Edward Hall, la proxemia de los cuerpos en un espacio acotado, como es Sol, el alto grado de cercanía entre quienes se implicaron de una forma u otra en el movimiento. El futuro de nuestro país, y tal vez el de Europa, se encuentra en el entendimiento entre los ciudadanos, en la reflexión colectiva y en escuchar a los mayores para no tener que empezar de cero y que el trazado del camino sea más fácil y transitar por él más llevadero. Y es que, como dice José Avello, quizá uno de los intelectuales más brillantes que yo he tenido el privilegio de conocer, el mundo es continuo y lo segmentamos en unidades discretas para acercarnos a él. Entonces, sin hacer ruido, acerquémonos todos los que no somos, los que no decidimos, y construyamos el futuro desde un presente sólido, para que mañana les podamos decir a nuestros hijos cómo afrontar su existencia, cómo fueron los intelectuales de estos tiempos, por qué seguimos encontrando en ellos nuevas miradas tan profundas y lúcidas como las de aquellos hombres y mujeres del celuloide y de la imprenta de antaño, y cómo nos enseñaron a enraizarnos en la tierra los unos con los otros.

Publicado el 12 de abril de 2012 en Diariodetoledo.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario